La Inspección Técnica de Edificios, conocida como ITE o IEE (Informe de Evaluación de Edificios), se ha convertido en un componente esencial para asegurar la seguridad, habitabilidad, sostenibilidad y eficiencia energética de las construcciones con más de 50 años de antigüedad.
Este proceso, regulado por el Real Decreto 8/2011 y las Ordenanzas Municipales, va más allá de una simple evaluación. Es una herramienta crucial para mantener y mejorar el patrimonio arquitectónico.
La ITE es un procedimiento en el cual un técnico facultativo, ya sea arquitecto o ingeniero de edificación, evalúa de forma minuciosa el estado del edificio.
Su objetivo es determinar las condiciones de seguridad, habitabilidad y salubridad, así como proponer las obras necesarias para preservar o rehabilitar la estructura. Según lo establecido en el Real Decreto 8/2011, esta inspección es obligatoria.
Desde la entrada en vigor de la Ley 8/2013 de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbanas, la ITE evolucionó hacia la IEE.
Este informe más completo no sólo abarca la inspección técnica del edificio, sino que también incluye el certificado de accesibilidad y el certificado de eficiencia energética.
Aunque se utiliza el término ITE por su popularidad, es vital reconocer que la legislación ha cambiado, y la IEE es la norma vigente en muchas comunidades autónomas.
Esta evolución refleja una mayor conciencia sobre la importancia de evaluar no solo la estructura física sino también la accesibilidad y la eficiencia energética de los edificios.
En el proceso de ITE o IEE, son los propietarios quienes deben contratar a empresas especializadas para llevar a cabo estas inspecciones.
A pesar de que estas acciones y las obras resultantes pueden tener un costo significativo, la inversión se traduce en la revalorización del inmueble y la mejora de su habitabilidad.
La gestión de este proceso se realiza a través de la administración local, es decir, en el ayuntamiento de la ciudad o municipio correspondiente.
La ITE o IEE implica una inspección visual y la toma de datos detallados sobre diversos aspectos estructurales y de conservación del edificio.
El técnico facultativo examina la cimentación, la estructura, las fachadas, las medianeras, la estanqueidad, las cubiertas y las instalaciones generales.
También se evalúan elementos relacionados con la salubridad, accesibilidad y ornato público.
Tras la inspección, se elabora un informe detallado sobre el estado del edificio. Si la inspección es favorable y no se requieren obras, el acta se presenta al ayuntamiento y se archiva hasta la próxima inspección que tiene una validez de 10 años.
En caso de que la ITE o IEE sea desfavorable, el informe detalla las obras necesarias para que el edificio sea considerado en buen estado.
Este informe se presenta al ayuntamiento y la comunidad de vecinos debe solicitar una licencia para llevar a cabo las obras.
Una vez finalizadas, se presenta un nuevo certificado que confirma la finalización de las obras y la favorable ITE o IEE.
Cuando una ITE resulta desfavorable, se suele recomendar la rehabilitación energética del edificio.
Esta medida, dependiendo del grado y estado del inmueble, implica diversas actuaciones para mejorar la eficiencia energética y por ende, la calificación energética del edificio.
Algunas de las mejoras comunes en el contexto de la rehabilitación energética incluyen:
Cuando se realiza la ITE, los resultados pueden clasificarse en tres categorías según las deficiencias encontradas:
1. Deficiencias leves:
Estas no afectan en forma directa al funcionamiento del edificio, pero deben corregirse a medio plazo para evitar que se agraven. En este caso, la ITE debe repetirse cada 10 años.
2. Deficiencias importantes:
Afectan al funcionamiento del edificio, aunque no representan un riesgo inminente ni afectan a la seguridad de las personas. La inspección debe realizarse cada 6 años si se detectan deficiencias importantes.
3. Deficiencias graves:
Suponen un peligro para la estabilidad del edificio y ponen en riesgo la seguridad de los vecinos. En este caso, la ITE debe repetirse cada 3 años, con revisiones anuales.
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